Saturday, March 28, 2009

FIFTH

Well, I'm back this time with a different and new proposal. I've left aside, temporary, poems to focusing in short stories and this is first one of many (I hope so) I hope you like it.Ps. Bye the way, the best way to enjoy this reading is listening like background music, "Hush" by Deep Purple.

HUSH

Estoy en cámara lenta. Mis pies se levantan. Uno tras otra. Estoy corriendo. Las primeras balas caen. Pasan zumbando junto a mí. Más pronto que tarde se convierten en tormenta. Me invaden por todos lados. Imagino Normandía. Es el pandemonio. Es Disco Inferno. Es 1975. Burn that down!
No necesito voltear. Lo escucho a mis espaldas. Las telas se agitan, los estampados escoceses pierden su simetría, las campanas repican pero no emiten sonido alguno, grandes camisolas bordadas agitan sus mangas, los amplios cuellos se abren aun más, plataformas sin relación petrolífera alguna hacen retumbar el suelo mientras que el poliéster de las botas iluminan las gotas de algún charco que brinca al pasar. Todos se mueven al unísono. Es 1975. El dictador español Francisco Franco muere.
Acordes suenan en mi cabeza. Son bajos. Un fugaz resplandor color rosa me alcanza. No necesito verlo. No uno más. Pronto todos están vomitando fuego. Mi propia mano lo hace. No me sorprendo. Lo disfruta. La tormenta se alimenta. Se pinta de rojo. Las primeras bajas empiezan a aparecer. La sangre cual arte experimental cubre las paredes y ventanas. No disparamos a matar sin embargo ellos han elegido nuestros nombres para bautizar su metal. Afortunadamente nosotros no hacemos distinciones. Algunos ojos se pierden. Las rodillas se vencen ante el envío de nuestros mejores deseos. Los hombros explotan mientras que las manos se muestran incapaces de sostener sus artificiales extensiones de metal. Mi vista se encuentra con orejas en solitario pero Van Gogh no está aquí. Las vísceras necesitan aire pero nadie ha muerto aun. Es 1975. El rey Faisal de Arabia Saudita es asesinado.
Me pregunto por mi nórdico compañero de piel morena, y largos y lacios negros cabellos. Ella lo saca de la línea de fuego. Él hace lo mismo por ella. Bellos motivos tribales le dan las gracias. Alguien hace lo mismo por mí mientras una intimidante mata de pelo facial se agita con sorna complicidad. Ahora me toca a mí. La veo. Me ha tocado cuidarla. Recargo su arma. Me protege en reciprocidad. Es la muda pero maquiavélica complicidad de los hermanos. Los libros se abren una vez más. Esta vez las lecciones están aderezadas de impaciencia y furia, y displicencia. No necesito confirmarlo. Tienen que ser ellas. Mis violentos pero aun castos oídos son profanados con timbre de mujer. Es muy claro donde desea ella que todos se vayan. Por último, las flores se tiñen de rojo. Se ha acabado el tiempo del amor y paz. Su determinación violenta no es acorde a su pequeño tamaño. Todos nos admiramos. Es 1975. Se empieza a celebrar el Año Internacional de la Mujer.
La gran bodega se transforma en una enorme alcancía donde cada uno de nosotros diligentemente almacena casquillo tras casquillo. ¿En qué gastarlo? En vida tras vida que se alarga paso tras paso. La luz al final del túnel parece tan lejana. Solo que esta vez no debemos de morir. Es la salida de este lugar. Tan lejana. He perdido la cuenta de cuantas veces hemos pisado el ¿mismo? charco, o incluso acariciado la humedad que se extiende por este lugar. Ellos también. Es 1975. La sonda espacial Soyuz 17 regresa a la Tierra.
Las voces callan. La interpretación ha pausado. Creen que es su oportunidad. Quieren el escenario para ellos pero las gargantas se aclaran. Se refrescan. Se entonan. Ahora es un concierto a dos voces. Los estribillos se levantan jubilosos, se repiten una y otra vez. Los fanáticos enloquecen aunque no los haya. Nosotros somos nuestros mismos seguidores. Nuestros dedos vuelven a repetir los mismos acordes. No necesito confirmarlos cada vez. Y el público presente rehúsa el encore pero nos debemos a ellos e ignoramos el dolor de nuestras interpretativas manos. Es 1975. “El Padrino II” gana el Oscar a mejor película.
“I got a certain little girl, she’s on my mind. No doubt about it, she looks so fine. The best girl I ever had. She’s gonna make me feel so bad. Yeah!, make me feel so bad” canta alguien en mi cabeza. Y está ahí. Brillante. Elegante. Cobijada en un bello abrazo de aluminio aquella chica que me hace portarme mal: Mary Jane. No importa quien la lleva de la mano porque nos pertenece a todos. Nos sonríe con coquetería. Le sonreímos también. Hemos alcanzado la luz al final del túnel. Volteo y atrás quedan ellos. La sangre se extiende por el lugar. Las aguas se tornan rojas. Veo un desencanto fúrico en sus ojos pero lamentablemente hemos callado. Las gargantas descansan. Humeantes. Sobrecalentadas. La puerta se abre. La luz nos invade. Besa nuestras reverencias metálicas. Es 1975. “Mandy” de Barry Manilow se convierte en disco de oro.
Es 1975. La guerra de Vietnam termina.
Es 1975. La cámara lenta se detiene.
Es 1975. Y le hemos arrebatado un cargamento de droga a la mafia.

Extraído de “Cómo aprendí a amar a
Mary Jane a pesar de la Mafia”

Friday, March 6, 2009

FOURTH

It has been a long time, hasn't it? This is my fourth work (what a slow writer I am!) but don't think I have been lazy, in fact I have all my university readings and essays full of ideas for writing something but time is a killer you know. I hope you like it.

La razón

En mi deseo,

y en mi negación,

y en su cruce de caminos

te encuentras tú.


De cuerpo tuyo incorpóreo

hemos/ he recorrido

los grandes valles y montañas,

visado el fin del mundo,

rendido ante la ofrenda

de la naturaleza en sí misma,

extendido -como

los hijos de las alas lo han hecho-

la vista sobre el pergamino

de seis días de un

Gran Espíritu


[ y al igual que Ícaro,

he visto fallecer mis alas

en nuestro cruce de caminos.

en tu cielo,

en el mío…

con un dios negado]


; así como los grandes bosques

de ladrillo y cemento,

desgastado los senderos

de cemento,

esperando por tu ausencia/ni presencia

pero perteneces al capricho de otros.



Y en mi deseo,

en mi negación,

y en su cruce de caminos

donde te deberías...

te debes no más.



Bajo mí veo

y un ángel de muerte

extiende el adiós.

Mensajero vagabundo

que realiza la tarea innoble

de brindar la mano de Tanatos

al mundo…

… incluso a estás oníricas paredes

en las que tú y yo hemos vivido

a través de la pluma y el pincel

que han levantado el pilar

sobre el que me mantengo

junto a ti



; desde que mis palabras calladas

se encontraran con el toque

de tu mano y se extasiaran

con tu sonrisa.

en mi deseo,

y en mi negación,

y en su cruce de caminos

aun estoy esperándote

?